No importa si se trata de unos provocadores jeans
elastizados hasta el límite o de un elegante pantalón de vestir, incluso puede
tratarse de un inocente short de lino, sea como sea, los glúteos vestidos en
blanco los vuelve locos. Pocos mitos de moda están tan difundidos como el
efecto excitante de unos zapatos de tacón rojo, pero para esta humilde
cronista, el poder de un pantalón blanco es abrumadoramente superior.
Decidida
a dilucidar el misterio de su encanto, dediqué valiosas horas al trabajo de
campo: entrevistas a homo sapiens macho, observación en la ciudad y hasta el
experimento de calzarme un par. Miradas escrutiñadoras de sujetos que trataban
de adivinar las dimensiones de mi ropa interior (o su paradero), desatadas
confesiones de amor y algunos roces que podrían haberse evitado, fueron solo algunas
de las difíciles pruebas que tuve que atravesar por amor a la ciencia, pero
valió la pena: después de tanto trabajo, reviso mis notas y concluyo casi sin
dudar, que las mujeres deberían reservar un espacio de lujo en sus placares y
en sus listas de “infaltables” para los queridos pantalones blancos. Se me
ocurren distintos usos (incluso terapéuticos), son infalibles para levantar la
autoestima, estimular la imaginación (y el entusiasmo) del novio de más de un
año, hacer hervir de envidia a las que eligieron el vestidito negro, que la
suegra se muerda los labios, que el albañil aúlle, que arda la Av. 9 de Julio
en hora pico y en pleno verano. “Pantalón blanco, ¡pa´que tengan, nomás!”
Paola L. Churruca
" Recuerdo aquellos años
ResponderEliminarcuando estaba tu colita,
envuelta en pantalón blanco,
era un plato de comida."
(Bersuit Vergarabat)