domingo, 6 de enero de 2013

Viajero frecuente - Sin limites


Mientras pensaba en cómo encarar una nota que hable del bondi argentino no pude no darme cuenta de que soy un verdadero viajero frecuente de este transporte público. Antes de reclamar mis millas de regalo empecé a ver las mil y un situaciones que suceden arriba de este particular Mercedez Benz que sin lugar a dudas es el más popular de todos. Desde la señora entrada en años que desea ese asiento y solo ese que vos tenes y que pensabas que no ibas a perderlo hasta el tan querido joven que disfruta de su música a todo volumen, cohabitan en este mágico ámbito, el más variado abanico de vivencias que lo hacen digno de ser narrado. 
Aun no entenderé, por más que me esfuerce, el porqué místico que significa viajar ocupando intencionalmente más espacio del otorgado y permitido por los límites del asiento. Los fabricantes del mismo se han pasado días y meses para determinar cuáles serian las medidas óptimas para que uno viaje sentado lo más cómodo posible aunque, sin embargo, existen personas que no lo entienden así. Intentando llegar a una conclusión que explique la razón de sentarse con las piernas entreabiertas que hacen que uno se resigne a viajar contra la ventana cohibido por la existencia de un individuo sin escrúpulos, me aventure a pensar que hay una causa posible y justa para ello. 
Debe de haber una raza de personas que nacen con cierto impedimento para cerrar sus piernas de forma tal que no encuentren a medida el asiento del bondi. Es lo único que se me ocurre luego de años de pensamientos erróneos y producto de esfuerzos inimaginables que permitieron dar a luz a esa idea. Sino... ¿Como explicaría usted la búsqueda del roce a toda persona sin importar su sexo o edad que se logra al viajar así? ¿Qué respuesta tendría a la pregunta del por qué tener que obligar al prójimo a acurrucarse en lo que queda del asiento para evitar ese molesto contacto? Sin lugar a dudas estas personas llevan a cuesta un gran sufrimiento por tener que vivir así. Fue esta conclusión lo que me hizo pensar que mi ira y violencia contenida no tenía que estar dirigida contra estos sujetos. Fue entonces cuando pude ver el cuadro completo y contemple mi equivocación. Así que te digo lo siguiente, si, a vos, que querías gritarle en el oído lo injusto que significaba no contar con todo el asiento por el que pagaste: pensalo dos veces. Ese hombre que ves ahí dudo que pueda viajar de otra forma. Y en el caso de que esté equivocado, bueno, hacele saber entonces. 

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